Reina funk ya en los años setenta, Betty Davis tenía todo para marcar una trayectoria como un ícono a la vanguardia de la música afroamericana: el atrevimiento, el talento, una impactante presencia física, el respeto (incluso de Jimi Hendrix y Sly Stone) y la disposición juvenil a devorarse Nueva York. Sin embargo, hay decisiones sentimentales incompatibles con una carrera de éxito. Y ella cayó en una de las más evidentes: casarse con un genio. Como esposa de Miles Davis, a quien sin duda influyó en ideas para sus discos y fotos, Betty no tuvo más opción que ceder el foco de atención y dejar sus ansias de gloria congeladas. Luego, simplemente desapareció.
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